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“Mientras pueda trabajar voy a hacerlo”; la historia de Eduardo de Jesús, un vendedor especial de helados

Don Lalo recorre las calles y avenidas vendiendo helados. Cuando tenía 8 años le cayó una piedra en su pie, nunca ha usado una prótesis a sus 70 años, pero el dolor se ha agravado.


Texto: Yasmín García. Chilpancingo, 13 de mayo 2024

“Mientras pueda trabajar voy hacerlo, cuando ya no pueda empujar mi carrito, me voy a dedicar a otra cosa, voy a comprar una caja de chicles y un poco de dulces para venderlos”, dice Eduardo de Jesús Hermenegildo.

Es medio día, don Lalo empuja su carrito de paletas entre el arroyo vehicular del paseo Alejandro Cervantes Delgado en la colonia Universal. Entre el bullicio que provocan los automovilistas tocando el claxon, Eduardo avanza con dificultad.

De lunes a domingo, don Lalo se levanta antes de la 7 de la mañana, a las 8 almuerza y se dirige al mercado central Baltazar R. Leyva Mancilla para comprar las paletas y helados que ofrecerá en las calles y avenidas de la ciudad.

Su ruta inicia por avenida Benito Juárez, baja por Moisés Guevara para incorporarse al paseo Alejandro Cervantes Delgado y dirigirse a la colonia del PRI, donde ofrece su mercancía en las primarias y preescolares.

Después, don Lalo avanza hasta llegar al barrio de San Francisco, recorrer el Centro y se dirige a las instalaciones de la feria en la colonia Los Ángeles.

A las 4 de la tarde debe de estar en el mercado central para entregar su carrito y la cuenta.

Don Lalo como lo conocen sus clientes, se detiene en el paseo Alejandro Cervantes Delgado para atender a un joven de unos 16 años que le compra un helado de 40 pesos, de ese dinero sólo ganará cinco pesos, los 35 son para el patrón.

Durante su recorrido, el sonido de una campana anuncia su paso y su grito de “hay paletas, hay paletitas, llegaron las paletas”.

Don Lalo se detiene en una construcción en donde hay albañiles trabajando bajo los intensos rayos del sol, pero esta vez no le compraron un helado para refrescarse, “para la próxima jefe”.

En la venta de helados, Eduardo de Jesús lleva cinco años, tiene 70 y al andar ya se cansa, confiesa que le gustaría tener una hielera para vender helados y paletas más económicas.

Antes de este oficio trabajaba en la construcción de “chalan” de albañil, preparaba la mezcla y la llevaba pisos arriba, sin embargo, por su edad ya no le quisieron dar trabajo.

“Me gustaba trabajar con los albañiles, preparar la mezcla y llevarla hasta arriba, pero ya no me quisieron dar chamba, me dijeron: tú aquí ya no la haces. Yo entiendo, porque sentía que ya no me aguantaba las cubetas de mezcla”.

Don Lalo es originario de Chilacachapa, municipio de Tixtla, cuando tenía siete años emigró con su familia al pueblo de Carrizalillo. Su hermano y él ayudaban a su papá a sembrar maíz en una labor que les habían prestado.

Cuando cumplió 8 años sufrió un accidente que provocó que perdiera parte de su pie.

“Mi papá nos llevaba a limpiar la milpa y mi hermano mayor fue a trozar un matoncito y se vino una piedra grande y se me cayó, eso me paso en Carrizalillo, por la mina, fuimos a vivir un tiempo y nada más me fui accidentar”.

Desde entonces Eduardo tiene que adaptar una huarache y trapos para poder caminar, nunca ha usado una prótesis y tampoco ha dejado de trabajar.

A sus 70 años, a don Lalo le duele el pie, más porque se le dificulta caminar; para el dolor toma unas patillas, la cual vienen en una caja con 20 tabletas que le cuesta 250 pesos.

A pesar de todo, don Lalo dice sentirse orgulloso de su trabajo, su anhelo es poder comprar una hielera para vender paletas más baratas a la población y así llevar el sustento para su esposa y su hija enferma.