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Temen ante la violencia, pero hay más miedo a no tener que comer en casa, dice la esposa de un transportista en Chilpancingo

Han tenido que vender su televisión y su teléfono celular para poder sobrevivir, relató una de las pocas ciudadanas que marchó en la capital para exigir seguridad


Texto: Yasmín García

Foto: Oscar Guerrero

María nunca había participado en una marcha, pero este jueves caminó sobre el carril Sur-Norte de alta velocidad del bulevar Vicente Guerrero para exigir seguridad al gobierno y que su esposo, un chofer de una mixta en Chilpancingo pueda seguir trabajando y llevar el sustento para sus tres hijos.

Desde hace 15 año su esposo se dedica a trabajar en el transporte público, este jueves él no asistió a la marcha por miedo a que después sea asesinado.

Doña María calza unos zapatos negros de piso, un pantalón negro, una blusa blanca y usa cubre bocas con la finalidad de que no sea reconocida ante el miedo que persiste.

Con unas hojas de papel se cubrió de los rayos intensos del sol. En esas hojas también escribió su petición dirigida a la gobernadora Evelyn Salgado Pineda: que los choferes del transporte público ya no sean asesinados.

Durante este tiempo que su esposo no ha podido trabajar han tenido que vender algunos de sus aparatos electrónicos como su televisión y teléfono celular para poder alimentar a sus tres hijos, pero el dinero no es suficiente. Su esposo también le pidió a un mecánico ayudarle en su taller y ella le pidió trabajo a su vecina, cada tercer día va a su casa a hacer el aseo.

María como todas las personas que asistieron a la marcha tienen miedo de ser asesinados por exigir seguridad.

“El temor, el miedo existe, claro que sí, pero más temor tenemos que no haya de comer en la casa. Sabemos que no somos eternos, pero ese es el temor, el hambre. Tenemos hijos, todavía tenemos que llevar el bocado a la boca del diario”, manifestó.

Debido a que el gremio del transporte se encuentra bajo el asedio de organizaciones delictivas, María está pendiente de las redes sociales en cuanto se entera que un taxi, una Urvan o mixta ha sido calcinada o un chofer asesinado. Inmediatamente ella le llama a su esposo para suplicarle que pare de trabajar y se resguarde.

“A los gobernantes se les está saliendo de las manos, seguridad y seguridad eso pedimos, que nuestros esposos puedan trabajar”, manifestó.

Doña María, su esposo chofer de mixta y sus tres hijos no están tranquilos, viven en la incertidumbre y con el miedo de que la delincuencia organizada llegue hasta su domicilio a incendiar la mixta o atacarlos sólo por ser trabajador del volante.