Nueve años de búsqueda: la historia de Olga Lydia Mendoza
José Rafael Reyna Mendoza, hijo de Olga, desapareció el 15 de marzo de 2015 en Chilpancingo, tenía 19 años
Yasmín García. 1 de septiembre 2024
Foto: Oscar Guerrero
“Estaba en el lavadero cuando mi marido entró, me miró, yo vi algo extraño y le pregunté ¿qué paso? Me dijo: se lo llevaron, lo bajaron de la combi. Sentí que mi corazón se hizo pedazos, salí a la calle a gritar a pedir ayuda, que me ayudaran a buscar a mi hijo, pero nadie me ayudó”, contó Olga Lydia Mendoza Chávez, madre de José Rafael Reyna Mendoza, desaparecido el 25 de marzo de 2015 en Chilpancingo.
Eran las 8:30 de la mañana del 25 de marzo, José Rafael Reyna fue a almorzar a su casa, trabajaba como conductor de una Urvan de la ruta Galeana-Jacarandas, su hermana Almendra le preparó unas enchiladas, su mamá Olga Lydia se despidió de él porque tenía que ir a trabajar. Ese fue el último día que Olga vió a su hijo.
“Ese día subió al cuarto se quitó la gorra, la playera y yo me asomé para gritarle que ya estaba su almuerzo, me lo encontré en las escaleras y nos quedamos mirando fijamente, esa mirada me trastorna cada vez que yo me acuerdo de su mirada que me quería decir algo y yo me quedé intacta, y me di la vuelta, le dije ya me voy se me hace tarde, que te vaya bien me dijo, me fui a trabajar y el también”, relató.
A las 12 del medio regresó a su casa junto a su marido y su hija, un vecino fue a tocar la puerta de su casa, doña Olga Lydia abrió, pero el hombre le solicitó hablar con su esposo, fue cuando le dijo que a su hijo se lo habían llevado.
Olga Lydia recordó que al enterarse salió corriendo a la calle a gritar y a pedir ayuda, tocó varias puertas de sus vecinos, pero nadie la ayudó, su esposo y su hija fueron a buscar a su hijo, no encontraron nada.
La Urvan de la ruta local fue localizada por Casas Geo, un joven tenía el dinero que José Rafael Reyna había reunido al trabajar, así como su celular; es uno de los tres detenidos por la desaparición del joven, pero se han negado a revelar su paradero.
Son nueve años en los que su mamá, no ha dejado de buscarlo.
En una pared de la sala de su casa, esta una fotografía de José Rafael en tamaño poster y su nombre en letras de fommy de colores brillantes.
En muchas ocasiones, Olga Lydia ha pensado en cambiarse de casa, pero se detiene porque su esposo Rafael le dice que su hijo podría regresar y no los encontraría.
“Desde entonces he estado buscando a mi hijo día con día en las noches se nos quita el sueño porque no sabemos dónde está, en esta casa como ven hay un vacío desde el primer momento que uno entra se siente una nostalgia. La misma casa te está exigiendo y te pregunta dónde está ”, dice.
COLECTIVO DE MADRES BUSCADORAS
“Porque sí una anda solo se vuelve loca, con las madres buscadoras es sentirte comprendida porque hasta la propia familia se aleja, con las madres he encontrado una familia y por eso estamos en un colectivo”, afirma Olga.
La madre buscadora llegó a los tres meses de la desaparición de su hijo al Colectivo “Lupita Rodríguez Narcizo” Familiares de Desaparecidos.
La fundadora María Guadalupe Rodríguez Narcizo la abrazó y sintió mucho cariño y que había encontrado una manera de cómo encontrar a su hijo José.
También Olga dice, sintió mucho miedo porque llegaban madres que decían que llevaban tres años, cinco años y siete años buscando a sus hijos.
“Cuando llegue al colectivo de Lupita llegue con miedo con dudas cuando me presente con ella, me abrazó y me sentí con ese cariño, cuando empezó a llegar más gente y más gente y decían yo tengo tres años buscando a mi hijo, me espantaba y abrazaba a mi marido, y llegaba otra y decía llevó cinco años, llevó siete y decía Dios mío así voy a estar yo, y mírenme estoy diciendo hoy tengo nueve años y no encuentro a mi hijo”, relató con gran tristeza.
Desde esa época Olga posee palas y varillas porque quiere encontrar a su hijo “como Dios se lo entregue”, una situación desesperante que desea que nadie viva.
“Desgraciadamente uno quisiera que todos nos entendieran que toda la gente viera el sufrimiento que uno tiene. Yo quisiera que nadie pase por esto que yo estoy pasando, que llevó nueve años muerta en vida; hay veces que uno camina y sientes que vas en nube y empiezan las enfermedades, los dolores, los achaques esta siempre en el pensamiento ¿dónde estás, ya comiste o donde te enterraron? A veces yo le digo dime donde te voy a ir a buscar dime dónde puedo ir a buscarte, para que yo pueda encontrarlo, yo no busco culpables, simple y sencillamente quiero que me digan dónde está?”, contó.
En la actualidad, Olga forma parte del Colectivo Memoria, Verdad y Justicia Acapulco, que encabeza la madre buscadora Socorro Gil Guzmán, y también del Colectivo Guerrero No+ Desaparecidos con sede en Chilpancingo, que coordina Francisca Mayo Rodríguez.
En los colectivos supo que las madres buscadoras tienen derechos y del trabajo que tienen que realizar las autoridades.
Han realizado búsquedas en campo, pegar fichas y exposiciones itinerantes fotográficas para visibilizar a las víctimas. Durante estos nueve años que ha buscado a su hijo, las autoridades simplemente dicen que no hay ningún avance en la investigación.
“Estoy totalmente decepcionada, totalmente de las autoridades que no se mueven, no se movilizan para hacer realmente una búsqueda”, recriminó.
RECUERDOS
Cuando José Rafal tenía 15 años su mamá le dijo que le haría una fiesta como a sus dos hermanas, pero el no quiso.
Cuando faltaban tres días para que cumpliera 18 años pidió una fiesta en donde tocará una banda de música, y que un carrito de tacos se encargará de la comida, Olga y su esposo Rafael se cooperaron para hacerle la fiesta por su cumpleaños.
A la fiesta asistieron sus amigos, y su familia, bailaron tanto que se les olvido partir al pastel, lo dejaron para el siguiente día.
“Se hizo como él quiso nos amanecimos bailando festejando los 18 años, al otro día partimos el pastel, mis hermanas vinieron todos reímos ese día, festejamos”.
José era un niño sonriente, siempre alegre, y a veces temeroso.
“Era un chamaco alegre de 19 años siempre sonriente, yo recuerdo siempre a mi hijo con esa sonrisa a todo le encontraba algo bueno siempre, a lo malo le veía lo bueno nunca veía algo malo siempre feliz así siempre lo voy a recordar”.
Olga permaneció sentada en un sillón gris en la sala de su casa, la casa que ha pensado dejar por el vacío que se siente, aunque reconoce que la casa guarda muchos recuerdos bonitos de su hijo, “si esta casa hablará diría muchas bonitas de mi hijo”.
A LA POBLACIÓN
No desea que nadie pase por el calvario de no encontrar a un hijo, hija, esposo, hermano o padre, por eso pidió no arrancar las fotografías que colocan en avenidas, postes, bardas y plazas públicas, porque de esa manera visibilizan la desaparición de personas.
“Que la población sepa que no es uno o dos, sino que son muchos, de esa manera queremos que las autoridades trabajen somos muchos los que estamos buscando a nuestros hijos, a las autoridades que nos ayuden a no quitar las fotos porque las quitan para poner su propaganda del gobierno”.
Este 30 de agosto Día Internacional de las Víctimas de Desaparición Forzada, Olga acudirá a las diferentes actividades que colectivos realizarán en la ciudad capital, como una misa en el memorial de personas desaparecidas ubicado en la Alameda Central Francisco Granados Maldonado para seguir exigiendo la localización de su hijo.