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Celebran ritual de petición de lluvias en Acatlán, Chilapa

Este año, la comunidad rechazó la publicidad, promoción y uso que a su patrimonio cultural. “Para nosotros las ceremonias expuestas y promovidas están asociadas a la fertilidad y al respeto profesado a la naturaleza y al universo, no están relacionadas con fines comerciales ni para obtener ningún recurso económico”, recalcaron.


Texto: Redacción

Foto: Oscar Guerrero

Este jueves en el cerro de El Cruzco de la comunidad de Acatlán, en el municipio de Chilapa, se celebró el ritual nahua y acestral de petición de lluvias -atsatsilistle-, con ofrendas de comida, fuego, mezcal y sangre de los guerreros, quienes combaten ataviados con indumentarias coloridas que simbolizan un enfrentamiento entre tigres.

Este año, además, la comunidad denunció a la cooperativa Sanzekan, de frivolizar su ritual al promover la venta de su mezcal relacionándolo a su ritual icónico, también recriminaron la promoción turística de recorridos en las cuevas de Oxtotitlán y de la ceremonia de “pelea de tigres” , y que habitantes de Chilpancingo intervienen en los espacios y rituales de la comunidad.

Los pobladores de Acatlán este jueves subieron al cerro El Cruzco para el ritual anual de petición de lluvias, una ceremonia que combina la creencia de que los dioses prehispánicos enviarán abudandantes lluvias para la fertilidad de las tierras, y con ello, tener buenas cosechas esta temporada en una zona netamente agrícola.

El segundo comisario de Acatlán, Jesús Macario afirmó que el ritual “es una herencia cultural que nos dejaron nuestros padres y nuestros ancestros los Olmecas, lo que está plasmado en nuestras cuevas de Oxtotitlán (caverna que alberga pinturas rupestres, ubicada a un kilómetro de Acatlán)”.

Aseguró que el ritual busca un buen temporal, “y un buen temporal consta de cuatro elementos”: entre ellos, la lluvia, por eso la petición del agua, aunado a otro elemento como el aire que lo representan con una danza.

Manifestó que las autoridades comunitarias se encargan de organizar este ritual considerado una fiesta del pueblo, recolectan dinero, organizan la preparación de las comidas e invitan a todos las autoridades y al pueblo en general.

Los asistentes a esta festividad de Acatlán, reconoce Jesús Macario, varía de acuerdo a si cae en fin de semana o no, pero ronda entre tres a cinco mil personas. Y aunque ha habido intentos de gente externa de ingresar al pueblo, los habitantes los reciben como buenos anfitriones, pero consideran: “sus actividades ajenas a nuestros ideales”.

“Nunca hemos buscado protagonismo, egoísmo, sin embargo, hoy necesitamos posicionar nuestra idea, nuestra mente y la cultura en la cual nosotros crecimos”, recalcó el segundo comisario.

En este ritual de Acatlán, las nuevas y las viejas generaciones participan, pocos son indiferentes; Jesús Macario contó que en su comunidad desde que se tiene uso de razón, los niños tienen las ganas de vestirse de tigre y pelear.

Los adolescentes participan con la ofrenda de flores; y en la adultez, participan en la comisaría, mientras que los adultos mayores forman parte de los asesores del pueblo.

Uno de los pobladores contó que él comenzó a pelear en la petición de lluvias cuando tenía 11 años, este 2024 con 73 años sigue participando ataviado de guerrero tigre.

Recelo o resistencia por conservar su identidad

Dos días antes las autoridades de Acatlán dieron a conocer un pronunciamiento comunitario ante “el uso no consentido y la apropiación cultural de su patrimonio inmaterial”.

El comunicado fue firmado por el comisario municipal, Margarito Benítez Zicapa; por el presidente del Comisariado de Bienes Comunales, Eduardo Díaz Mauricio; y por el presidente del Consejo de Vigilancia y Administración, Emilio Laguna Hilario.

En el documento expresaron el descontento de Acatlán y de sus autoridades comunitarias ante diversas acciones de terceros que han hecho uso de sus expresiones culturales para fines de explotación comercial o turístico, sin ningún consentimiento o información ante las instancias comunitarias.

Denunciaron a la cooperativa Sanzekan, originaria de Chilapa, de utilizar representaciones del ritual de petición de lluvias para fines comerciales en el cerro de El Cruzco, usando la vestimenta tradicional, para promover la venta de su mezcal, el cual no se produce en su comunidad.

“Estas prácticas frivolizan nuestras ceremonias y las ponen en un contexto mercantil que no respeta la importancia que como pueblo indígena les damos”, reprocharon.

También recriminaron la promoción turística de recorridos en las cuevas de Oxtotitlán y de la ceremonia de “pelea de tigres”, en las que se invita a participar libremente a quienes no forman parte de la localidad, no hacen trabajo comunitario y no inciden en el cuidado de su tierra y territorio.

Denunciaron, además, que habitantes de Chilpancingo intervienen en los espacios y rituales de la comunidad, incluso, hay quienes portan sus vestimentas, máscaras y música que no pertenecen a los ritos autóctonos de Acatlán, y los sobreponen a sus actividades.

Exigieron respeto, con el argumento de que al asistir a su petición de lluvias muchos lo hacen: “con el único afán de protagonismo y folklorización”.

“Rechazamos enérgicamente esta publicidad, promoción y uso que se da a nuestro patrimonio, para nosotros las ceremonias expuestas y promovidas están asociadas a la fertilidad y al respeto profesado a la naturaleza y al universo, no están relacionadas con fines comerciales ni para obtener ningún recurso económico”, se lee en el comunicado.

Recordaron que la ciudadanía en Acatlán “se gana con la participación en los trabajos comunitarios de limpieza de los manantiales, de protección de los linderos, en el financiamiento y organización de las fiestas comunitarias y sobre todo, en el ejercicio de la responsabilidad de tomar cargos comunitarios que permiten conservar la legitimidad de los pueblos y no sólo asistiendo a las fiestas y ceremonias o recreando los elementos más visibles de la identidad sin que haya un compromiso mínimo de apoyo y respaldo a la comunidad que los conserva”.

Exigieron cese a esas acciones que “atrofian y entorpecen” el sentido de sus ritos y causan un daño a su comunidad.

“Defendemos y luchamos por conservar nuestras creencias y ritualidades ancestrales”, mencionaron.