Marcelo Castro: 30 años de sepulturero en el panteón capitalino
A veces algunos cuerpos se ponen pesados al momento de ser sepultados, cuenta Marcelo, quien reza una oración y les habla para aminorar el efecto. Sostiene que ha visto sombras, ha escuchado voces y risas. “No me da miedo, ya me acostumbre”, afirma
Yasmín García. Chilpancingo, 10 de octubre 2025
Foto: Oscar Guerrero
Marcelo Castro Martínez suma 30 años trabajando en el Panteón Central de Chilpancingo como sepulturero. Su tarea es escarbar y remover la tierra para las tumbas y otras veces hace exhumaciones.
Don Marcelo comenzó a trabajar en el panteón cuando tenía 25 años como barrendero, pero no le gustó. A él le llamó la atención hacer tumbas, cuenta, así que comenzó a practicar.
“Hago el trabajo de enterrar muertitos, hacer nichos, capillas, tumbas”.

Durante estos 30 años, don Marcelo ha escuchado voces, risas y ha visto sombras, asegura que son espíritus; pero se ha acostumbrado a ellos ya que dice, los ve a diario.
“El que nunca ha visto no lo cree, aquí me la vivo en mi trabajo y veo las cosas, sombras, escucho voces, algunas sombras los ignoró, ya llevó mis años aquí de que me asuste así, ya no”, narró.
A sus 67 años, Marcelo considera que cada ser humano tiene diferente espíritu o sombra.
Relató que algunos cuerpos no dejan que lo sepulten al ponerse pesados, hecho que pasa regularmente con las personas que son asesinadas.

“Cuando le quitan la vida, se siente pesado, de sombra y de espíritu no todos somos iguales, unos son fuertes y otros débiles”.
Marcelo dice que para que dejen ser sepultados les pide permiso y hace una oración.
“Estoy acostumbrado ya no tengo miedo, aquí en primer lugar los muertitos todavía tienen su espíritu, hay que hablarles, hacer alguna oración. Les digo que voy a tocarlos, ‘no se porten mal conmigo’. Es interesante, si se siente nuevamente pesado es hablarles otra vez, todo difunto tiene su modo”, sostiene.
Cuando realiza alguna exhumación, al tocar los huesos lo hace con cuidado y les pide permiso: “Lo hago con mucho respeto porque también fueron personas como nosotros”.
En el cementerio Marcelo y sus compañeros han encontrado muñecos de trapo con alfileres, muñecas en botellas o vasos y, este viernes encontraron un frasco con una fotografía de un hombre de unos 50 años que tenía alfileres en la boca, estos objetos son depositados a la basura.

“Las tiramos, digamos, no es para nosotros, es para alguien que ya lleva su nombre, que ya va dirigido”.
El “sepulturero” o “panteonero”, como se le conoce a la actividad de Marcelo, contó que en estas fechas que se acerca el Día de Muertos el ambiente en el camposanto cambia, se siente agradable.
Aseguró que se debe a que los difuntos recibirán visitas y el lugar se llenará de flores.
“Estas fechas el ambiente cambia, se siente agradable, ellos sienten que viene el día en que todos vienen a dejar flores”.
Don Marcelo se siente orgulloso de su trabajo y se ha acostumbrado a los difuntos.
