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El Tlacolol – Metlatónoc no tiene el servicio de salud de Dinamarca

Por: Emiliano Tizapa, Arturo de Dios Palma y Jesús Guerrero.

—¿México ya tiene un servicio médico mejor que Dinamarca?

—Lo que dijo el presidente Andrés Manuel López Obrador en el caso de la Montaña, en lugar de remitirnos a Dinamarca, nos remite más a los países del África subsahariana. Está comparación se hace desde hace 25 años por los niveles de pobreza y marginación que se vive en la Montaña. Acá en lugar de hablar del paraíso de la salud, hablamos de la tragedia de las enfermedades. Seguimos hablando en la Montaña de morir de muerte materna. Morir por desnutrición, por falta de médicos y medicamentos.

Suelta Abel Barrera Hernández, director del Centro de Defensa de los Derechos Humanos de la Montaña, Tlachinollan.

Barrera Hernández ha recorrido incesantemente la Montaña de Guerrero. La conoce a la perfección. Para él, durante el sexenio de López Obrador se resintió más la falta de equipo, medicamentos y médicos en la región.

Ejemplifica con el hospital de Tlapa, el único hospital general de la región: tiene 50 camas para internar y siete para urgencias para atender a más de 400 mil personas. 

“Ahora con el problema del dengue, la gente está esperando hasta cinco horas para que los atiendan y como no los atienden se van, aunque lleven las plaquetas bajas, pero no hay forma de internarlos, está colapsado el hospital. El problema es que todos los problemas de salud llegan a Tlapa y el hospital no tiene la capacidad instalada para atender la demanda”, dice.

Además de las ineficiencias e insuficiencias, en los hospitales, explica Barrera Hernández, se vive el maltrato, la discriminación.

Abel Barrera Hernández, director del Centro de Derechos Humanos de la Montaña Tlachinollan. Foto: Emiliano Tizapa

En la comunidad de na’ savi Itia Zuti, los pobladores rehabilitan su antigua unidad médica. Impermeabilizaron el techo, pintaron las paredes y ventanas de blanco. Ahora están en la reparación de la instalación eléctrica.

La unidad médica es un cuarto de unos ocho por diez metros dividido en cinco  pequeños consultorios y dos baños. Ahora es un desorden: hay cables expuestos, camas, instrumentos médicos, muebles tirados. Todo está dañado y pronto se irá a la basura. Estas reparaciones las están haciendo con el dinero del programa federal “La clínica es nuestra”. Recibieron 400 mil y, hasta ahora, han gastado la mitad. 

Esta unidad médica fue abandonada hace 15 años: la loza se dañó severamente y, en tiempos de lluvias, el agua se filtraba por todos lados. A unos metros les construyeron una nueva que es la que utilizan. Durante todo este tiempo, la antigua unidad médica la utilizaron de bodega. Y esa seguirá siendo su función mientras no llegue un médico. 

Itia Zuti tendrá dos unidades médicas pero seguirá sin médico como desde hace diez años.

Rutilo Valdez Melendez es integrante de la Comité de vigilancia de la rehabilitación de la antigua unidad médica y ya no recuerda cuántas veces han solicitado un médico para Itia Zuti. Sólo atina a decir que ya fueron bastantes.

La actual unidad médica es más pequeña que la antigua. La atienden dos enfermeras desde hace más de diez años. Las dos hacen lo que pueden o más bien hacen de todo:  dan consultas, resuelven asuntos administrativos, van a Tlapa por el medicamento e insumos. Limpian la unidad médica, dan pláticas.

En la parte médica, las dos enfermeras se topan. Sólo pueden atender cosas básicas, simples: gripas, cortadas, picaduras de alacrán, hipertensión y planificación familiar, suministran medicamento básico. No pueden hacer más. Todo lo demás los tienen que enviar al Centro de Salud de Metlatónoc o si es de gravedad hasta Tlapa.

¿Qué pasa si en Itia Zuti hay una emergencia? Es imposible atenderla.

La unidad médica de Itia Zuti, Metlatónoc. Foto: Salvador Cisneros, El Universal.

El principal centro de atención médica con el que cuenta Metlatónoc es el Centro de Salud de la cabecera municipal. Es insuficiente. Ahí atienden a los casi 4 mil pobladores de la cabecera municipal, además de otras 21 comunidades pero también a los habitantes del municipio vecino Cochoapa El Grande y siete de sus localidades. 

El presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, en 2021 prometió la construcción de un hospital de segundo nivel en Metlatónoc. El terreno está listo, pero no hay señales que la obra inicie pronto.

Es un Centro de Salud lleno de carencias. Apenas en abril regresaron a dar la atención médica en sus instalaciones. Durante ocho meses —de agosto del 2023 a abril del 2024— los médicos, enfermeras y todo el personal tomaron el mercado de Metlatónoc como su lugar de trabajo. Convirtieron los puestos de pollos en salas de parto, los pasillos en salas de espera, las bodegas las adoptaron como consultorios.

Trabajar en esas condiciones era imposible. Ni los pacientes ni el personal tenían privacidad. Tampoco resistieron los vientos, la lluvia y el frío que casi todas las tardes se sueltan en Metlatónoc. Los médicos y enfermeras desplegaron toda su imaginación e improvisación. La aventura terminó cuando les quitaron la luz eléctrica y vecinos de la colonia contigua se quejaron porque les estaban quitando el agua.

En agosto del 2023, los médicos y enfermeras se fueron al mercado porque el Centro de Salud en cada lluvia se inundaba: los techos no resistieron las tormentas y se desfondaron.

El gobierno de Guerrero anunció la inversión de 3.5 millones de pesos para su rehabilitación. Ha pasado un año de eso y no pueden terminar. Las goteras ya están de nuevo. Les falta por reparar el drenaje, los baños y que corrijan las fallas eléctricas.

Este Centro de Salud comenzó a funcionar hace 15 años como un Hospital Básico Comunitario. Inició con pediatras, ginecólogos, anestesiólogos, químicos, odontólogos y psicólogos. Así duró seis años. Poco a poco lo han ido degradando. Luego se convirtió en un centro de Servicios Ampliados y, los especialistas, comenzaron a irse. Ahora tiene la categoría de Centro de Salud, cuenta con psicólogo, un químico y un odontólogo, seis médicos generales, 12 enfermeras y ningún especialista.

Por su categoría sus capacidades son muy limitadas, si hay un parto tienen que enviarla por protocolo a un hospital, el más cercano es el de Tlapa. Sin embargo, los atienden porque casi siempre las mujeres llegan con un trabajo de parto muy avanzado.

Mensualmente este Centro de Salud da unas mil consultas. La mayoría por problemas de deshidratación por diarrea y neumonías. El personal calcula que de cada diez pacientes que reciben seis son niños y niñas.

Itia Zuti está a tres horas de Tlapa, está en el fondo de enormes cerros. Ahí viven unas 475 personas. Salir de ahí no es cosa fácil. No hay transporte público, para hallar una pasajera hay que caminar una subida empinada de casi tres kilómetros, a pie el camino puede durar hasta una hora y media. ¿Si es emergencia pueden salir en ambulancia? No, la unidad médica no cuenta ni con refrigerador. Hace seis años, se quemó el refrigerador, personal de la Secretaría de Salud del estado se lo llevó a reparar y no lo han devuelto. 

Si se logra tomar la pasajera para llegar a Tlapa se debe recorrer tres horas, si el camino lo permite. En esta temporada de lluvia, la carretera Metlatónoc-Tlapa está en mal estado, hay tramos completamente destruidos.

Ante la falta de una ambulancia, los pobladores de Itia Zuti deben buscar un vehículo particular para salir a atender la emergencia. El viaje de ida y vuelta puede costar hasta los 5 mil pesos.

Centro de Salud de Tlapa en protesta del personal exigiendo mejores condiciones de trabajo. Foto: Centro de Derechos Humanos de la Montaña Tlachinollan

Vivir en estas condiciones tiene consecuencias. Hace siete años, recuerdan los integrantes de comité de vigilancia de la rehabilitación, una mujer embarazada llegó a la unidad médica con dolores de parto. El bebé estaba atravesado, las enfermeras la estabilizaron y le pidieron que con urgencia se fuera a Tlapa. La familia no contaba con vehículo, así que tomaron la pasajera. Con dolores, la mujer viajó tres horas del camino despedazado. Cuando llegaron al hospital de Tlapa, a la mujer le realizaron la cesárea pero el bebé ya había muerto.

En Itia Zuti imploran un médico, no importa si es especialista o no, sólo quieren un médico.

Rutilo explica que de acuerdo a lo que han platicado con las enfermeras, en Itia Zuti necesitan mínimamente un médico, un promotor de la salud y un administrativo. Para las dos enfermeras es imposible atender a 475 personas.

¿Por qué no llegan los médicos a Itia Zuti?

Rutilo y los demás integrantes de comité tienen sus hipótesis. Los médicos se niegan porque Itia Zuti está lejos, no cuenta con internet, ni señal de celular, no hay transporte, y no cuenta con servicios básicos.

Este año, recuerda, en la convocatoria que lanzó el gobierno federal se abrieron tres plazas para la unidad médica de Itia Zuti. No llegó ningún médico.

Esa misma mañana, Serafín y Virginia salieron a las 8 de la mañana de Itia Zuti a Metlatónoc, llevaron a su hija de 3 años a consulta. A la niña de la nariz no le paran de escurrir mocos. Tenía gripa y tos de dos días y no podía dormir tranquila. 

La llevaron a consulta a una farmacia particular por la falta de médicos en Itia Zuti y porque en el Centro de Salud de Metlatónoc, dice Serafín, en ocasiones no los quieren atender porque les dicen que en su comunidad tienen una unidad médica.

En la farmacia no pagaron por la consulta pero sí por los medicamentos. Virgina cuenta que por una caja de paracetamol, Ibuprofeno y por un espray nasal de agua de mar pagaron 500 pesos.

Atenderle la gripa y tos a su hija, les costó casi mil pesos: 500 de los medicamentos, 255 del almuerzo y 200 de pasajes.

Serafín y Virginia no fueron a la unidad de salud porque, dicen, no cuentan con todos los medicamentos y querían que a su hija la atendiera un médico. No pueden darse el lujo de esperar a que se complique la gripa y la tos. Ir a Tlapa les puede costar hasta unos 4 mil pesos. No cuentan con vehículo, ni con familiares que en Tlapa les dé hospedaje. 

Pero si la emergencia llegara, Serafín y Virginia prefieren ir a Santiago Juxtlahuaca, en Oaxaca, que a Tlapa.

“Está un poco más lejos pero la atención es mejor, en Tlapa el servicio es mal”, dice Serafín. 

La Montaña está integrada por 19 municipios y la habitan 406 mil 48 personas. En toda la región hay un solo hospital de segundo nivel, está en Tlapa y en siete municipios hay hospitales básicos comunitarios, en el resto: centros de salud y unidades médicas. En todos faltan médicos, medicamentos e insumos. De acuerdo a informes del gobierno federal 93.67 por ciento de la población de la Montaña no cuenta con alguna seguridad social.

La mayoría de los municipios de la Montaña están en condiciones de pobreza, pero Metlatónoc, junto con Cochoapa El Grande, son los más pobres entre los pobres.

Según el último informe del Coneval en Metlatónoc de sus 19 mil 503 habitantes, 67.8 de ellos viven en pobreza extrema, es decir: siete de cada diez no cuenta con recursos para satisfacer sus necesidades mínimas como comer tres veces al día. 

El presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, este año en una de sus conferencias matutinas, aseguró que al final de su gobierno dejaría instalado el mejor sistema de salud del mundo. 

Al final del gobierno de López Obrador, Metlatónoc no tendrá el mejor servicio médico del mundo. 

En Metlatónoc hay decenas de casos como Itia Zuti que no cuentan con médicos, medicamentos e insumos. Por ejemplo las localidades de Costa Rica, Loma Bonita, Vicente Guerrero, San Juan Huexoapa, Cocuilotlazala, Chilixtlahuaca, Atzompa, El Zapote, ninguna tiene un médico.

Que los niños y niñas lleguen al Centro de Salud de Metlatónoc deshidratados y con neumonías, no es casual, dice un médico que pidió el anonimato para evitar represalias de la Secretaría de Salud estatal. 

En lista las razones: las deshidrataciones se deben a diarreas mal cuidadas. ¿Pero qué ocasionan esas diarreas? Muchos de los niños, explica, en sus casas no cuentan con agua potable. También son niños que están a cuidado de los abuelos porque su padre y madre se fueron de jornaleros a un estado del norte del país. 

“Los abuelos muchas veces hacen lo que pueden, ya no tienen las fuerzas suficientes y luego los padres no les mandan dinero suficiente”, explica el médico.

Otra razón es la pobreza. Los niños llegan hasta la deshidratación porque los padres o los abuelos no cuentan con el dinero para trasladarse a la cabecera municipal. Un traslado les puede costar hasta mil pesos.

“Muchos esperan, les dan remedios caseros con la esperanza que se recuperen, porque no tienen dinero o no quieren pedir prestado, pero al final llegan acá con un cuadro muy grave”.   

En el caso de las neumonías, explica el médico, son niños y niñas que viven en casas precarias: de paredes de madera y techos de láminas donde el frío filtra con libertad.

Esta explicación coincide con los datos del Covenal: en Metlatónoc 92 por ciento de los habitantes no cuentan con los servicios básicos en sus viviendas.  

La otra razón es obvia: la falta de médicos. Si tuvieran un médico cerca no tendrían que esperar ni tampoco endeudarse para trasladarse a la cabecera municipal.

Una razón más: la mala alimentación, son niños que no se están alimentando de forma nutritiva, comen lo pueden y los que están a cuidado de los abuelos aún peor.  

Los niños son los que están sufriendo la escasez de servicios médicos de calidad. Hay dos casos que muestran con elocuencia la tragedia.

Féretro de un menor fallecido en la Montaña de Guerrero. Foto: Centro de Derechos Humanos de la Montaña Tlachinollan

Hace dos años llegó al Centro de Salud una niña de la comunidad Loma Bonita —donde no hay médicos— deshidratada y con fiebre por diarrea. La niña se convulsionó. La enviaron al hospital de Tlapa pero el daño ya estaba hecho: la entubaron. Sobrevivió. La niña tuvo un daño neuronal y ahora no puede sostener su cabeza.

Otro caso: en abril del 2023, un niño de 2 años de edad de la comunidad de Calpanapa, en Cochoapa El Grande murió por falta de médicos. La abuela del niño lo llevó a la unidad médica de la localidad vecina Dos Ríos, no había médico, ni ambulancias. Las enfermeras pidieron que lo trasladara a la cabecera municipal. El niño tenía diarrea, vómito y fiebre. Estaba grave. La abuela decidió trasladarlo a Tlapa. En el camino murió. Su muerte fue por parasitosis. En Calpanapa hay un Centro de Salud que lleva años abandonado. El niño vivía con su abuela porque su madre y su padre, al momento de la muerte, estaban trabajando en algún campo de algún estado del norte.

El presidente López Obrador en su último informe comentó que teníamos en México un sistema no igual al de Dinamarca sino mejor.

Lo peor es que días después dijo que su afirmación sólo buscó “dar nota” a los medios de comunicación.

La ligereza de sus palabras no sólo son una burla al ciudadano sino un recordatorio de que a la clase política partidista, del partido que sea, no le ha importado la realidad de las comunidades más pobres y rezagadas.

Sin duda en el país podrá haber paraísos de la salud privados y públicos, pero mientras en Guerrero tengamos todavía muertes por falta de médicos, medicamentos, carreteras en buen estado, centros de salud dignos, no se debe aceptar de la boca de ningún político que estamos mejor que Dinamarca.

Texto publicado originalmente en: El Tlacolol