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Padres migrantes: desde la distancia, entre videollamadas y jornadas largas

Jaime dejó Tierra Caliente para trabajar en un vivero en Ohio y sostener a su familia desde lejos. Como él, miles de padres guerrerenses crían con llamadas y remesas


Itzel Urieta. Chilpancingo, 15 de junio 2025

Ilustración generada por IA

Jaime Benítez Pérez trabaja en un vivero en Ohio, Estados Unidos, desde hace cuatro años. Todos los días comienza su jornada antes del amanecer, en un país que no es el suyo y con el anhelo constante de volver a abrazar a sus hijos.

Es originario de un poblado de Coyuca de
Catalán, en la región de la Tierra Caliente, como miles de padres migrantes, cría a la distancia: con llamadas, remesas y palabras de aliento que cruzan fronteras.

Antes de migrar, Jaime trabajó en el campo y como taxista. Con eso lograba mantener a su familia, aunque apenas alcanzaba.

En 2021, aún en plena pandemia por Covid-19, tuvo la oportunidad de irse a Ohio con un contrato temporal en una empresa agrícola. Se fue con dos de sus hermanos.

“Sabía que no los miraría por un buen tiempo y los extrañaría mucho”, contó Jaime en entrevista telefónica.

Jaime trabaja en un vivero, un espacio donde se cultivan, reproducen y cuidan plantas antes de ser trasplantadas. En Ohio, muchos viveros se enfocan en árboles como los pinos, que en invierno se venden como árboles de Navidad. Su jornada inicia a las 5 de la mañana y puede terminar entre las 4 o 6 de la tarde.

El migrante guerrerense tiene dos hijos: Jaime de 18 años y Brayan, de 8.

“Lo más difícil es no ver sus años de niñez, darles el cariño que necesitan, la presencia de un padre… porque los años no regresan”, dice.

A pesar de la distancia, trata de estar presente no sólo enviando dinero sino a través de llamadas, videollamadas y mensajes.

“Debo estar pendiente de sus calificaciones, que sean buenos alumnos. En salud igual, siempre estoy pendiente para que uno acá lejos, esté tranquilo porque si se enferman uno no puede hacer nada más que trabajar y enviar dinero para los medicamentos”.

Lo que más anhela es que sus hijos sigan estudiando. Jaime ya va en la universidad y Brayan cursa tercero de primaria.

“Que estudien, que tengan lo que uno no pudo tener, y así no tengan que separarse de su familia para salir adelante.”

Cada diciembre, gracias a que su contrato lo permite, regresa unos días a Tierra Caliente para verlos.

“El mayor ya entiende más la situación. El más chico a veces llora porque estoy lejos, pero intento explicarle que es por su bien”.

Según datos del Consejo Nacional de Población (CONAPO), más de 270 mil guerrerenses residen en Estados Unidos, muchos de ellos en estados como California, Illinois y Ohio.

La Secretaría de los Migrantes y Asuntos Internacionales (SEMAI) del estado informó que en 2024 el estado recibió 3 mil 286.2 millones de dólares en remesas, 3.2 por ciento más que en 2023.

Como Jaime, miles de padres ejercen la paternidad a kilómetros de distancia, entre jornadas largas, ausencias dolorosas y el deseo de darles a sus hijos un futuro diferente.

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