“Todavía tengo ganas de trabajar”: Román de 82 años y medio siglo vendiendo en el mercado
A pesar de haber perdido ambas piernas por la diabetes, Román Díaz, acude todos los días al mercado Baltazar R. Leyva Mancilla, en Chilpancingo, donde desde hace más de 50 años vende hilos, agujas y ligas para el cabello
Itzel Urieta. Chilpancingo, 1 de agosto 2025
Sentado en su silla de ruedas, cubierto por una sombrilla que lo protege del sol, Román Díaz Cantorán se instala todos los días en el estacionamiento del Mercado Baltazar R. Leyva Mancilla, en Chilpancingo, para vender hilos, agujas y ligas para el cabello.
Tiene 82 años y es originario de Copalillo, en la zona Norte del estado. Comenzó a vender desde los 10 años: recuerda que ofrecía frutas como naches, guajes, sandías y piñas que se cosechaban en su pueblo y viajaba hasta el estado de Morelos para comercializarlas.
Contó que siempre le ha gustado vender. Durante años recorrió municipios como Chilapa, Tlapa, Arcelia y Altamirano con su mercancía. Nunca le gustó estar fijo en un solo lugar, hasta hace seis años, cuando le amputaron ambas piernas a causa de la diabetes.
Desde entonces, Román se mantiene en el mismo punto, bajo su sombrilla, ofreciendo productos de mercería entre los 10 y 15 pesos. Dice que no le gusta estar encerrado.
“Todavía tengo ganas de trabajar, me enfado de estar adentro sentado nadamás y por eso me salgo un rato a vender. Si hay un día o dos que descanso”, dijo.
Román recordó que vende en el mercado desde 1970. Le tocó el cambio de ubicación del Centro de Chilpancingo a su lugar actual.
De los mayores cambios que ha notado, dice Román, antes no había tantos puestos en el estacionamiento, lo que afectaba menos las ventas.
“Ahorita las ventas han estado malas, era bueno en el 2000, porque no había puestos, no había nada acá (en el estacionamiento) estaba libre, se ponía uno con sus cositas y se vendía bien, ahora ya no”, contó.
A pesar de ello, asegura que ya tiene sus clientes y lo conocen. Y aunque el flujo de gente ya no es el mismo, no piensa dejar de salir.
“Siempre he trabajado. Estuve un tiempo descansando mientras sanaba de mis piernas y dije voy a seguir vendiendo y aquí ando vendiendo todavía”.
Román busca mantenerse independiente. En casa tiene apoyo para lavar y cocinar, pero insiste en seguir ganándose la vida.
Pidió a la gente que lo visite, lo conozca y, si puede, le compre algo.
“Que me apoyen con comprarme, ya un peso dos pesos me sirven para echarme un taquito”.