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Otis convirtió en un río un arroyo en Ejido Viejo, Coyuca de Benítez, y éste arrasó con todo

Texto: Emiliano Tizapa Lucena

Foto: Oscar Guerrero

Ejido Viejo, Coyuca de Benítez, 23 de noviembre 2023

En Ejido Viejo, un poblado que pertenece a Coyuca de Benítez, ninguno de sus habitantes recuerda una noche más terrible que la del 24 y madrugada del 25 de octubre, cuando los fuertes vientos del huracán Otis levantó los techos de lámina y de teja; tiró palmeras, árboles y postes, pero sobretodo cuando el pequeño arroyo que pasa enmedio del pueblo creció como nunca, se desbordó, reventó bardas, socavó los cimientos de algunas casas, y la corriente creció hasta un metro con setenta centímetros que casi los mata.

Rosendo Navarrete García y Bertina Magallón Visairo, es una pareja que renta una casa en la calle Corregidora, ahí no están muy cerca del arroyo, y aún así, aquella noche lo perdieron todo.

Eran como las 11 de la noche cuando comenzó a llover con más intensidad, y bastaron 40 minutos para que el arroyo se desbordara en el pueblo.

Pasadas las 12 de la noche, Rosendo, Bertina y sus tres perros salchicha salieron de su casa porque el agua ya estaba hasta su cintura y no se detenía la creciente.

Rosendo y Bertina lograron avanzar a la casa de a lado. Como pudieron se subieron a la barda, ahí pasaron la madrugada, aferrados, ella abrazando a uno de sus cachorros y él a los otros dos.

Desde la barda, Bertina, que tenía una tienda en la parte delantera de su casa, observó cómo el refrigerador y las dos maquinitas (juegos) flotaban por el agua y chocaban contra la barda frontal.

“Ha sido la peor pesadilla. Ahí (en la barda) esperamos a que bajara el nivel del agua para que vinieran a rescatarnos porque no podíamos pasar, la creciente estaba muy fuerte, y sí, vinieron en nuestra ayuda (un muchacho en una lancha) y fue que nos fuimos a refugiar a otro lado”, contó Rosendo.

En su casa, lo perdieron todo: muebles, ropa, mercancía, su cama, la estufa y sus ventiladores, estos últimos que son tan apreciados en la zona de la costa de Guerrero, porque cuando el calor arrecia este aparato eléctrico se convierte en algo indispensable.

Rosendo y Bertina hace apenas una semana que regresaron a su casa del refugio, pero la encontraron llena de lodo, con huecos en su techo de tejas, y la barda de su patio trasero derrumbada.

Con una pala poco a poco han ido limpiando su casa, pero como en la mayoría de las viviendas, en las paredes quedó calcado por el lodo y la humedad la altura que alcanzó el agua.

“Se enlodó toda nuestra ropa, tuvimos que lavar una poca, la demás se echó a perder”, dijo Rosendo.

A casi un mes del paso devastador de Otis, en el mismo arroyo que inundó Ejido Viejo acuden los pobladores para bañarse y las mujeres a lavar la ropa, porque los dos sistemas de suministro de agua potable quedaron destruídos, el más reciente inagurado el año pasado.

Hace cinco días que la energía eléctrica fue restablecida en la mayoría del pueblo, debido a que como en otras zonas afectadas todos los postes quedaron en el suelo.

Este pueblo había quedado incomunicado, porque el camino que lo conecta con la carretera federal Acapulco-Coyuca de Benítez quedó obstaculizado por cientos de palmeras y árboles vencidos por las fuertes rachas de viento.

Lo ocurrido en Ejido Viejo no había pasado ni con el huracán Paulina en 1997 o en 2013 con la conjunción de los fenómenos Ingrid y Manuel.

Marco Aguirre Moreno, de 66 años, marino retirado y habitante de Ejido Viejo aseguró que: “Jamás había visto un siniestro como éste, y le he preguntado a otros viejos señores de edad de 80, 90 años, les digo oye habías visto algo igual, ‘jamás habíamos visto esto’”.

Aguirre Moreno ya limpió su casa y la parte frontal de su calle, sin embargo es crítico con sus demás vecinos que no terminan de sacar los escombros de sus viviendas. Pero al salir a la calle y observar el desastre: los carros que arrastró la corriente, las láminas apretujadas que yacen entre los escombros de arena y pedazos de árboles y el lodo amontonado que dejó, tuerce su boca y suelta: “dejó feo como la chingada”.

A Romero del Solar Domínguez y a su esposa les tocó vivir las consecuencias de Otis en Ejido Viejo, ellos viven en el Estado de México, pero debido a problemas del corazón de su esposa deben estar en la costa, y tenía dos meses que habían vuelto para pasar un tiempo en Guerrero.

Su esposa es originaria de ahí, él es de Chiapas.

En su casa, muchas de sus pertenencias se mojaron, el agua reventó sus puertas de lado a lado y la atravesó.

Ellos se reguardaron en su primer piso, y en su azotea el viento se llevó toda su lámina. Además, su camioneta quedó enterrada en un barranca que formó la corriente del arroyo.

Romero, actualmente, está ayudando a dos vecinos a sacar el lodo y escombro de su vivienda, estos dos hombres de unos 50 años con discapacidad mental quedaron atrapados aquella noche y sobrevivieron porque subieron a una mesa de cemento en su cocina, cuando el agua ya sobrepasaba su estatura.

La inundación de Ejido Viejo se dio porque el arroyo arrastró decenas de árboles que el viento tiró, y justo en el primer puente se atascaron generando una especie de presa que hizo que el agua buscara otro lugar para continuar su camino.

La fuerza del agua de lo que era un arroyo se convirtió en un río que tiró más varias paredes, que las que todavía se observan los escombros.

El trabajo de limpieza en el arroyo a pesar de estar una máquina retroexcavadora y un camión de volteo son lentos por la cantidad inmensa de árboles que quedaron atorados en el puente.

El Centro de Salud quedó afectado por el lodo, ahí se encuentra el vecino, Oliver García Cruz, quien con una pala y una carretilla saca el lodo poco a poco.

En la cancha techada, que también quedó doblada por el viento, está el comedor comunitario instalado por el Ejército, y es el lugar donde llegan a entregar despensas quienes se enteran de Ejido Viejo.

Todavía no hay clases, ni trabajo en este pueblo que se sostenía de la agricultura y la ganadería, la gente está atareada en limpiar sus viviendas.

El alcalde morenista de Coyuca de Benítez, Ossiel Pacheco ha visitado dos veces Ejido Viejo, la primera para llevar un poco de despensas que no alcanzó, y por lo que los habitantes le recriminaron, y la segunda fue este lunes para dar un banderazo de limpieza de las calles, aunque la gente ha pagado de manera particular para que esas tareas, los más pobres lo hacen con las palas.

Ejido Viejo ya fue censado por los Servidores de la Nación y las familias están preocupadas por que los enseres y el apoyo que anunció el gobierno federal lleguen pronto.

A casi un mes de que ocurrió el desastre por Otis, para donde se mire en Ejido Viejo aún quedan rastros del gran desastre. Los pobladores ni siquiera tienen la certeza oficial de si hubo muertos, unos dicen que no y otros que a una mujer se la llevó el arroyo.