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El Acapulco rural también fue afectado por Otis

En los Bienes Comunales de Cacahuatepec el huracán arrasó con los sembradios de maíz y jamaica


Texto: Emiliano Tizapa Lucena

Foto: Oscar Guerrero

Cacahuatepec, Acapulco, 2 de noviembre 2023

Yo sí sentí mucho miedo, estaba aquí en mi casa cuando escuche que venía el aire. Muchos vecinos dicen que se durmieron, yo no, porque decían que venía el huracán y yo estaba esperando.

Eran las 10 de la noche (del martes 24 de octubre) y se escuchaba un ruido arriba del techo como cuando viene un helicóptero.

Yo miraba a mi hija que estaba acostada en su cama y pensaba para dónde me voy a ir porque estas láminas se van a volar.

Mi hija me había dicho, que vio en su teléfono que la gobernadora dijo que el huracán llegaría hasta la categoría 5.

A las 11 de la noche nos levantamos y le dije vámonos. Yo escuché el ruido recio de aire, y nos salimos a donde mi suegra porque tiene casita de material, yo le digo de losita, y aquí si se caían las láminas nos ibamos a quedar en el agua.

Nos fuimos pero igual no nos dormimos. Casi a las 3 de la mañana seguía lloviendo pero ya no había tanto aire y regresamos de donde mi suegra.

Cuando vine a ver mi cosina, el techo estaba en el suelo, se había caido la lámina, y el agua había entrado a los cuartos. Yo me sentí mal, tenía ganas de vomitar por eso les dije a mis hijas que mejor me iba a acostar. Aunque en el piso había agua ya no la sacamos, y me acomodé a un costado de una cama.

Al amanecer el miércoles no salí de mi casa, ni si quiera pude ir a ver a mi papá. Recogimos lo que se cayó porque sino dónde ibamos a cocinar y comer, el piso que es de tierra era puro lodo y ni se podia caminar.

Se quebraron las láminas de mi cosina. También donde está mi lavadero se voló la lámina, le puse un horconsito (palos) porque quiero poner una lona.

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Esto narró Leodegaria Vázquez Estrada, habitante de la localidad de Huamuchitos, de su vivencia del paso del huracán Otis en la zona rural y más marginada de Acapulco.

Huamuchitos es uno de los 47 pueblos que conforman los Bienes Comunales de Cacahuatepec, una zona pobre que se ubica pasando el río de la Sabana y colinda con el municipio vecino de San Marcos. En medio de estos pueblos pasa el río Papagayo.

Para llegar a la zona de Cacahuatepec se entra desde varios caminos que tienen sus entronques desde la carretera federal Cayaco-Pinotepa Nacional.

Los caminos que comunica estos pueblos en su mayoría son de tierra, y contradictoriamente a pesar de estar cerca del río Papagayo carecen de agua potable, y se ven obligados mujeres y niños a acarrear agua en botes y garrafas desde los pozos artesanales que construyen en cada asentamiento.

Los daños más comunes que dejó Otis en estos pueblos del Acapulco rural fue el desprendimiento de láminas de asbesto o galvanizadas de los precarios casas de adobe, madera y en su minoría de cemento.

A diferencia de las zonas urbanas aquí los postes y árboles no cedieron tan fácil. Sin embargo, el huracán provocó un daño a mediano y largo plazo para estos habitantes, pues tiró sus cosechas de maíz, limón, ajonjolí y jamaica que es el sustento de esta población campesina.

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Continúa el relato de Leodegaria Vázquez.

En mi casa vivimos cinco personas: mi esposo, mis dos hijas, un nieto y yo. Nuestra casita son tres cuartos y la cocina. Cuando nos aparatamos con mi esposo de donde mi suegra, era una casita de lodo (adobe) y fuimos comprando poco a poco, como en tres años terminamos de construir. Empezamos por la casita, fuimos poniendo lo de aquí adelante de la cosina.

Trabajamos aquí en el campo con mi esposo, sembramos maíz, jamaica, calabaza. El fuerte airé tendió el maíz que todavía no se doblaba porque estaba tierno. Así que va haber poco maíz porque el que está en el suelo se va a pudrir la mazorca aunque bueno el campesino lo anda levantando para que se seque y después lo podamos cosechar, pero va haber poco.

Este año hubo sequía porque en septiembre no llovió, de por sí ibamos a tener poco maíz. Con lo que estabamos alegres es con la cosecha de jamaica, pero también el aire la tiró. Yo decía voy a comprar mi jabón, voy a comprar cosas para la cosina, pero ahora bueno, ni modo, lo acepto.

Sembramos una hectárea de jamaica y de ella como la mitad se echó a perder. La jamaica y el maíz se recoge en noviembre y diciembre, de ahí en adelante ya no tenemos de dónde más sacar dinero, por eso algunos hijos y esposos se van a trabajar fuera de aquí, se van a Acapulco y otros a Estados Unidos.

Nosotros decimos que de hambre no nos morimos, aunque sea comiendo tortilla con sal pero estamos comiendo, pero ahorita que la cosecha se fue abajo, la de la jamaica esa es la que nos daba una ayuda porque si teníamos una deuda deciamos no pues ya viene la jamaica de allí vamos a pagar.

Lo poquito que tenemos vamos a cosechar, ya no decimos vamos a ir Acapulco porque tambien esta todo derrumbado allá, a veces si teníamos familia corríamos a trabajar 15 días pero ahora ya no sabemos ni qué hacer.

El otro día llegó mi niño (nieto) llorando, me dijo que ahora sí ya nos vamos a morir de hambre. Le dije no mi niño no nos vamos a morir de hambre. Y es que oye rumores que todo se va a poner caro, que nos vamos morir de hambre. Le dije que no, si Dios es grande y nos va a ayudar, y lo consolé porque oye de los mayores que nos vamos a morir de hambre, pero yo le digo que aunque sea tortilla y sal tantito vamos a sembrar unas matitas y de allí vamos a estar comiendo.

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La jamica es la segunda producción más grande esta zona. Leodegaria y su familia producen casi 100 kilos por temporada, pero hay vecinos que alcanzan hasta 600 kilos de esta flor.

Los pobladores siembran jamaica de la variedad roja criolla y china negra, esta última la más pedida porque pesa más y el suelta un intenso sabor preparada en agua fresca.

De las 47 localidades que son parte de los Bienes Comunales de Cacahuatepec, en 20 los cultivos fueron afectados por el aire que dobló el maíz, el ajonjolí y la jamaica.

En el resto, los daños los causó la crecida del río Papagayo, que recobró por algunos días su anchura que ha sido afectada en los últimos años por las gravilleras que extraen el material pétreo para exportarlo al extranjero.

Entre los campesinos de Cacahuatepec, se corren los rumores de que se recrudecerá la violencia, tras la escacez de alimentos en la ciudad de Acapulco habrá robos en los productos del campo o que van a asaltar a los productores cuando bajen a vender sus cosechas.

A siete días de que impactó Otis en Acapulco, la comida especialmente la carne que refrigeraban en los pueblos de Cacahuatepec ya se echó a perder por la falta de energía eléctrica.

Las tiendas abastecidas son pocas y los productos más solicitados están a temperatura ambiente, es decir, los refrescos embotellados. Solo algunos nocios en los que los dueños tienen generadores de luz por gasolina ofrecen las bebidas frías tan solicitadas por el intenso calor.

La escacez de alimentos y gasolina en Acapulco ha conllevado al encarecimiento de los productos en esta zona, por ejemplo la gasolina se está vendiendo a 50 pesos el litro en la zona rural. Y un huevo se puede comprar por 10 pesos.

Hasta el momento los asentamientos más cercanos a la carretera federal comienzan a ser censados por los Servidores de la Nación, pero faltan muchos kilómetros adelante para llegar a Huamuchitos y demás comunidades.

Ninguna despensa ni apoyo a siete días de Otis ha llegado a estas familias que lejos estuvieron de los saqueos a las tiendas departamentales y de conveniencia. Desde antes de que Otis tocara tierra en Acapulco, esta zona ya era la más olvidada por las autoridades.

La mayoría de la población volvió a instalar sus láminas dobladas por las fuertes rachas de Otis, porque de lo contraría una nueva lluvia dañaría ahora su ropa, camas y demás pertenencias. Aunado a que están acostumbrados en ser los últimos recibir apoyo o de plano no recibir nada del gobierno.

Los pobladores de la zona rural de Cacahuatepec piden a las autoridades láminas galvanizada para reponer las que resultaron dañadas; también maíz para que en los meses siguientes puedan asegurar su alimentación, y que lo poco que rescaten de sus cosechas puedan venderlo.