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Petra Hermillo y su lucha por los derechos laborales, erradicar abusos y la discriminación

Petra sufrió todo tipo de malos tratos, a las trabajadoras del hogar no se les permitía sentarse a comer en la mesa, comían de pie en un rincón comida de días anteriores, tampoco a comer fruta del día o tomar leche, no usaban el mismo baño que los patrones o algún integrante de la familia


Yasmín García. Chilpancingo 11 de marzo 2025

Foto: Oscar Guerrero

La trabajadora del hogar, Petra Hermillo Martínez tenía ocho años de edad cuando llegó a la capital a trabajar en casa junto a su mamá y sus tres hermanas.

Ellas emigraron de la comunidad de Oxtotitlán, municipio de Ahuacotzingo, porque su papá falleció y en el campo no había en qué trabajar.

Hermillo en actualidad es la representante de la Red de Mujeres Empleadas del Hogar, organización que fundó para defender los derechos de las trabajadoras del hogar.

“Una conocida le dijo a mi mamá, ‘pon a tus niñas a trabajar en casas, necesitan que cuiden a otros niños, van a tener comida y un lugar donde estar’, nosotros no teníamos un lugar donde vivir”, narró.

A su corta edad, Petra Hermillo ya trabajaba en casa, cuidando a niños más pequeños o de su edad y haciendo quehaceres, pese a sus responsabilidades pensaba en ir a la escuela, en su tierra Oxtotitlán había alfabetización.

Cuando cumplió 12 años, dice que su mamá la llevó a la primaria Anáhuac para inscribirla pero no la aceptaron porque no tenía ningún grado, solo había acudido a alfabetización en su tierra.

Fue hasta que cumplió los 16 años que la aceptaron en cuarto grado de primaria porque uno de sus empleadores la ayudó.

Petra sufrió todo tipo de malos tratos; a las trabajadoras del hogar no se les permitía sentarse a comer en la mesa, comían de pie en un rincón comida de días anteriores; tampoco tenían derecho a comer fruta del día o tomar leche, no usaban el mismo baño que los patrones o algún integrante de la familia.

“Yo pensaba allá en mi tierra, yo comía bien, yo cortaba la fruta del árbol yo tomaba leche de vaca, nuestra comida era diferente, comíamos la carne de pollo, mi mamá criaba gallinas, comíamos la carne de venado, cuando llego aquí y veo todo eso dije no, eso no es, no me gusta, cuando eso sucedía en mi trabajo me salía inmediatamente me iba, no estaba de acuerdo ni siquiera te dejaban usar el sanitario decían si te vas no te voy a pagar, pues no me pague, les decía”, contó.

Afortunadamente su mamá nunca estuvo de acuerdo con la discriminación y abusos: “me decía que bueno que te veniste hija”.

Los abusos eran por parte de los empleadores, incluso había tocamientos y las esposas no creían.

“Cuando era más grande había tocamientos de parte de ellos, de los empleadores, de repente iban y te tocaban y me daba vergüenza y yo le decía no a mi no me gusta que me abracen, le decía a la señora y ella riéndose, decía, ‘muy delicadas’”.

Con el paso de los años Petra se casó y se fue a vivir a la colonia Zapata, comenzó a participar en comunidades eclesiásticas cuyo propósito era buscar que las autoridades brindarán los servicios básicos como el agua, sin embargo, recibió invitaciones para asistir a talleres donde les hablaban de los derechos de las mujeres.

Petra dejó de trabajar por un tiempo ya que sus tres hijos eran pequeños.

“Ya tenía tres niños, estaban los talleres y empecé a conocer, veía la problemática que vivíamos las mujeres en la colonia y como les llevamos de almorzar a nuestros hijos que iban a la escuela, me preguntaban que si conocía de algún trabajo, como ir a lavar, planchar, cocinar, como sabían que había trabajado en casa”, contó.

Petra ayudaba a más mujeres a encontrar trabajo, siguió asistiendo a las pláticas de comunidades eclesiásticas en donde descubrió que existía el Día Internacional del Trabajo Doméstico, así como la violencia en los hogares y la discriminación.

Después de que sus hijos crecieron volvió a trabajar en hogares. En muchas ocasiones no estaba de acuerdo con lo que ocurría, recibían tratos discriminatorios.

“Yo no estaba de acuerdo con lo que pasaba había cosas muy discriminatorias que todavía siguen existiendo, nos reuníamos con las mujeres, platicábamos cuando íbamos a la escuela por nuestros hijos, si una trabajaba le encargaba los hijos a la otra a la hora de salida”.

Los patrones y patronas se expresaban de las trabajadoras del hogar como “sirvientas”.

“Antes se decía la sirvienta, la criada, eran términos que la gente estaba acostumbrada, términos discriminatorios”, lamentó Petra.

Sin embargo, Petra se interesó en conocer más sobre los derechos de las mujeres y en especial de las trabajadoras del hogar y encontró la organización Ataval de la Ciudad de Mexico. Logró con la ayuda de una diputada a que Ataval viniera a Guerrero a impartir talleres y pláticas de los derechos laborales, trabajo doméstico y violencia.

“Fui a una reunión y hablaban de proyectos productivos y dije que vamos hacer nosotras, me encontré a una señora que tenía su organización de trabajadoras domésticas y me dice, ‘no tienes organización’ y le digo no, todavía no, platicamos de nuestros problemas de nuestros hijos y me dice, ‘y no te interesaría organizar a trabajadoras domésticas’”.

Fue así que Petra comenzó a organizar a sus compañeras, se reunieron para platicar de sus derechos laborales y acordaron organizarse para luchar por sus derechos laborales.

Sus objetivos eran terminar con los malos tratos de los empleadores, horarios laborales de más de 12 horas, abusos y buscar tener salarios dignos y seguro social.

Unas 20 trabajadoras del hogar reunieron firmas en el Zócalo de Chilpancingo, presentaron un documento en Palacio de Gobierno dirigido al entonces gobernador el perredista Zeferino Torreblanca Galindo, al Congreso de Guerrero en donde plasmaron que se les respetarán sus derechos.

“No nos daban respuesta, nos organizamos todas y fuimos a Palacio, nos dijeron ‘venganse mañana’, pero como todavía no éramos una organización nos dijeron que no se podía hacer mucho”.

Ante la necesidad de una organización surgió Trabajadores del Hogar. En la actualidad han logrado que algunas trabajadoras cuenten con el salario mínimo y un seguro social, sin embargo algunos empleadores se rehusan y no las contratan.

La red de trabajadoras del hogar también ofrece apoyo y hogar a mujeres que lo necesitan.

A la capital llegan niñas, adolescentes, mujeres adultas y adultas mayores en busca de trabajo, sin embargo la red no acepta a niñas porque están combatiendo el trabajo infantil, les ofrecen becas para que puedan seguir estudiando.

“Las niñas y niños que estudian tienen sus becas, luchamos por eso”.

La organización que encabeza Petra cuenta con dos casas solidarias para mujeres en busca de trabajo, una en Chilpancingo y otra en Tlapa, donde ofrecen hospedaje por unos días en lo que se colocan en trabajos y buscan dónde vivir.

“Nosotros buscamos el buen trato pero no basta con que sean buenas gentes, hoy deben de cumplir los derechos lo importante son los derechos laborales un salario, un seguro médico, un aguinaldo”.

A pesar de la lucha de las trabajadoras del hogar, hay empleadores que se resisten a otorgar el seguro médico.

De acuerdo a la Comisión Nacional de los Salarios Mínimos (Conasami) en Guerrero son 34 mil trabajadoras del hogar de las cuales apenas mil 500 cuentan con un seguro social.

La representante de la Red de Trabajadoras del Hogar pidió a los empleadores sensibilizarse y cumplir con la ley, otorgando las prestaciones a las trabajadoras del hogar.